Baños de realidad
The New York Times, el diario de referencia para el resto de diarios occidentales no necesariamente conservadores, ha decidido abrir (=convertir en gratuita) completamente su edición digital, teniendo en cuenta que actualmente --mediante las cuotas pagadas por los abonados-- obtienen 7,2 millones de euros y que, por publicidad, seguramente podrían obtener mucho más. En la práctica, el acceso de pago estaba restringido a las firmas estelares y a la hemeroteca; después de este cambio de criterio, esas firmas serán accesibles como el resto de noticias y el archivo también (entre 1851 y 1923 porque los derechos han caducado y debe ser de acceso libre; y entre 1987 y 2007 porque es una forma de atraer visitantes). La razón argumentada por la dirección es la de siempre: como todo es gratis en Internet pues hay que mimetizarse con el entorno. Como siempre, en un segundo plano queda la pregunta que debería estar en la cabecera de todos esos infinitos debates sobre el futuro de la prensa escrita: ¿debe ser la edición digital de un periódico un calco de la impresa? Y si no debe serlo (que es lo que yo creo, porque el medio es muy diferente), ¿qué formato debe adoptar? Esta es la pregunta clave por la que deben comenzar las tertulias y los análisis de los expertos. Acabemos ya con las nostalgias y los apocalipsis de cada jueves y los lamentos plañideros de quienes intuyen que su prestigio y su negocio se van a ir al garete o a sufrir un importante recorte de ingresos (a menos que adopten cambios radicales).
Los ministerios de Industria y de Cultura españoles ya tienen perfilado el nuevo sistema de gravamen de los dispositivos y soportes digitales. El cambio más importante es que los móviles con tecnología MP3 pagarán canon, los discos duros quedan exentos (porque lo dice explícitamente la Ley de Propiedad Intelectual), mientras que los CD y DVD seguirán pagando canon pero menos. Además, el criterio de gravamen según capacidad queda aparcado, sustituyéndose por otro que hace referencia al tipo de dispositivo/soporte. Con las cifras del año pasado en la mano, han sido 24 millones de móviles con MP3 vendidos, a 1,5 euros cada uno, son 36 millones de euros al bote. Una cifra sólo superada por los CD. Dicen algunas entidades de gestión que no es suficiente, otras callan y esperan a que las tarifas sean oficiales. Los usuarios, por su parte, dicen que la música descargada a través de móvil es prácticamente toda legal, por lo que ya están pagando un canon por compra. ¿Debe pagarse igualmente el canon en previsión de un futuro eMule para móviles o es para compensar la posibilidad de que la música descargada por ordenador vaya a parar luego a los móviles? Expongo una vez más mi postura: de acuerdo, paguemos un canon, y que lo supervise el gobierno, no las entidades de gestión; pero que se acaben los lamentos y las campañas de demonización del P2P, y que las operadoras de telecomunicaciones dejen de penalizar el tráfico de intercambio de ficheros. Que las entidades de gestión sigan repartiendo a su manera --de acuerdo con sus opacos y escasamente democráticos procedimientos-- lo que recaudan con el canon por compensación; que las operadoras de telecomunicaciones se olviden de establecer tarifas por tipo de tráfico; y que los usuarios/consumidores compartan lo que quieran porque ya pagan sus impuestos revolucionarios en forma de canon y de tarifas planas de ADSL.
Actualización (30/09/2007): Me tranquiliza leer algunas de las conclusiones del debate celebrado en Segovia, en el que participaron Alan Rusbridger (The Guardian) y Javier Moreno (El País), porque eso significa que hay gente en lo más alto que sí parece darse cuenta de los cambios que se están produciendo. Poco a poco se el paisaje se hace más nítido, y ni todo es tan catastrófico ni todo va a estar gobernado por una tecnología ubicua orientada al lucro:
1. Los medios de comunicación proporcionan el espacio público en el que se debaten los grandes temas. Sin medios de comunicación no hay democracia. Esto es un axioma.
2. Como muy bien observó Manuel Castells, el poder se dirime en el espacio público (porque no hay otro), por eso los medios de comunicación se ven salpicados por el desprestigio de los políticos, o acusados de ser parte de su entramado. Esto también es un axioma.
3. La tecnología aplicada a los medios de comunicación posee el efecto --perverso si se quiere-- de fragmentar la audiencia (porque pretende personalizar la oferta como máxima expresión de la ventaja competitiva). Esa fragmentación se hace a costa de reducir el espacio público, ya que las micro-audiencias se desentienden de lo general (ya lo advertía Dominique Wolton). Así que hay que ir con cuidado: ¿fragmentar con servicios a la carta? sí, pero colaborando en el mantenimiento del espacio público. Por mucho perfil personalizado que haya, siempre es bueno que se cuelen cosas que no estaban en las preferencias del usuario/consumidor. Esto no es un axioma, es una política a seguir, defender y mantener.
4. El usuario/consumidor es cada vez más consciente de las oportunidades que le ofrece la tecnología, así que busca espacios en los que se le permita participar. Es otro efecto colateral de la tecnología: permite modificar el canal unidireccional que establecían los medios de masas tradicionales. Esto ya es una realidad.
5. El periodismo es una actividad hecha por personas, y "un periódico no es su papel. Son sus redactores, sus fotógrafos, sus editorialistas, sus valores. Su mirada compartida con los lectores" (Javier Moreno dixit), así que si el papel desaparece qué le vamos a hacer, pero tendremos unos diarios digitales mucho mejores, llenos de puntos de vista y de criterios diferentes. Esto debería ser una realidad a asumir.
Sólo nos queda esperar el lanzamiento de un dispositivo digital que permita disfrutar de la lectura de la misma forma que hacen el iPod y el iPhone con la música y la voz. Con ese artilugio caerá el último bastión de la industria cultural que se aferra a los canales de distribución analógicos: los periódicos y las editoriales. En otro post me ocuparé de detallar mi análisis de requerimientos al respecto.
Actualización (23/10/2007): siguiendo la estela de The New York Times, El País también ha optado por abrir al completo su archivo hemerográfico. No es una decisión altruista, ya que --igual que el diario estadounidense-- es una medida que pretende atraer más publicidad ante el previsible aumento de visitas que supondrá el señuelo de la gratuidad. No en vano aquello de "vicios privados, públicas virtudes" es un axioma del capitalismo; los economistas sociales dirían que "todos ganan".
Los ministerios de Industria y de Cultura españoles ya tienen perfilado el nuevo sistema de gravamen de los dispositivos y soportes digitales. El cambio más importante es que los móviles con tecnología MP3 pagarán canon, los discos duros quedan exentos (porque lo dice explícitamente la Ley de Propiedad Intelectual), mientras que los CD y DVD seguirán pagando canon pero menos. Además, el criterio de gravamen según capacidad queda aparcado, sustituyéndose por otro que hace referencia al tipo de dispositivo/soporte. Con las cifras del año pasado en la mano, han sido 24 millones de móviles con MP3 vendidos, a 1,5 euros cada uno, son 36 millones de euros al bote. Una cifra sólo superada por los CD. Dicen algunas entidades de gestión que no es suficiente, otras callan y esperan a que las tarifas sean oficiales. Los usuarios, por su parte, dicen que la música descargada a través de móvil es prácticamente toda legal, por lo que ya están pagando un canon por compra. ¿Debe pagarse igualmente el canon en previsión de un futuro eMule para móviles o es para compensar la posibilidad de que la música descargada por ordenador vaya a parar luego a los móviles? Expongo una vez más mi postura: de acuerdo, paguemos un canon, y que lo supervise el gobierno, no las entidades de gestión; pero que se acaben los lamentos y las campañas de demonización del P2P, y que las operadoras de telecomunicaciones dejen de penalizar el tráfico de intercambio de ficheros. Que las entidades de gestión sigan repartiendo a su manera --de acuerdo con sus opacos y escasamente democráticos procedimientos-- lo que recaudan con el canon por compensación; que las operadoras de telecomunicaciones se olviden de establecer tarifas por tipo de tráfico; y que los usuarios/consumidores compartan lo que quieran porque ya pagan sus impuestos revolucionarios en forma de canon y de tarifas planas de ADSL.
Actualización (30/09/2007): Me tranquiliza leer algunas de las conclusiones del debate celebrado en Segovia, en el que participaron Alan Rusbridger (The Guardian) y Javier Moreno (El País), porque eso significa que hay gente en lo más alto que sí parece darse cuenta de los cambios que se están produciendo. Poco a poco se el paisaje se hace más nítido, y ni todo es tan catastrófico ni todo va a estar gobernado por una tecnología ubicua orientada al lucro:
1. Los medios de comunicación proporcionan el espacio público en el que se debaten los grandes temas. Sin medios de comunicación no hay democracia. Esto es un axioma.
2. Como muy bien observó Manuel Castells, el poder se dirime en el espacio público (porque no hay otro), por eso los medios de comunicación se ven salpicados por el desprestigio de los políticos, o acusados de ser parte de su entramado. Esto también es un axioma.
3. La tecnología aplicada a los medios de comunicación posee el efecto --perverso si se quiere-- de fragmentar la audiencia (porque pretende personalizar la oferta como máxima expresión de la ventaja competitiva). Esa fragmentación se hace a costa de reducir el espacio público, ya que las micro-audiencias se desentienden de lo general (ya lo advertía Dominique Wolton). Así que hay que ir con cuidado: ¿fragmentar con servicios a la carta? sí, pero colaborando en el mantenimiento del espacio público. Por mucho perfil personalizado que haya, siempre es bueno que se cuelen cosas que no estaban en las preferencias del usuario/consumidor. Esto no es un axioma, es una política a seguir, defender y mantener.
4. El usuario/consumidor es cada vez más consciente de las oportunidades que le ofrece la tecnología, así que busca espacios en los que se le permita participar. Es otro efecto colateral de la tecnología: permite modificar el canal unidireccional que establecían los medios de masas tradicionales. Esto ya es una realidad.
5. El periodismo es una actividad hecha por personas, y "un periódico no es su papel. Son sus redactores, sus fotógrafos, sus editorialistas, sus valores. Su mirada compartida con los lectores" (Javier Moreno dixit), así que si el papel desaparece qué le vamos a hacer, pero tendremos unos diarios digitales mucho mejores, llenos de puntos de vista y de criterios diferentes. Esto debería ser una realidad a asumir.
Sólo nos queda esperar el lanzamiento de un dispositivo digital que permita disfrutar de la lectura de la misma forma que hacen el iPod y el iPhone con la música y la voz. Con ese artilugio caerá el último bastión de la industria cultural que se aferra a los canales de distribución analógicos: los periódicos y las editoriales. En otro post me ocuparé de detallar mi análisis de requerimientos al respecto.
Actualización (23/10/2007): siguiendo la estela de The New York Times, El País también ha optado por abrir al completo su archivo hemerográfico. No es una decisión altruista, ya que --igual que el diario estadounidense-- es una medida que pretende atraer más publicidad ante el previsible aumento de visitas que supondrá el señuelo de la gratuidad. No en vano aquello de "vicios privados, públicas virtudes" es un axioma del capitalismo; los economistas sociales dirían que "todos ganan".
Comentarios
Pienso que ellos se lo pìerden, porque utilizando este medio, se pueden escuchar y ver, música y cine, que de otra forma no lo hubiesemos hecho.
Un abrazo