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Cuando los raritos se animan poco a poco y se dejan llevar, ¡por fin! ¿Por qué me sigue gustando la música indie? (1)

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No tengo conocimientos musicales , no soy crítico musical, no conozco las etiquetas al uso, sólo dispongo de mi biografía y las canciones con las que he construido el relato que explica cómo he amoldado mi sensibilidad a ciertos estilos, instrumentos, acordes y voces lánguidas de chicas con una rara belleza que no se dejaba encasillar (y que no por casualidad han sido casi siempre mis objetos de deseo). Ya no sé evocar mi juventud sin recurrir a todas estas cosas, y aun así sigo descubriendo nuevas melodías que me pillan desprevenido y me conmueven de la misma endiablada manera de hace años. Décadas de descubrimientos, hallazgos, clasificación y enumeración hasta admitir que existe un patrón que encaja en la mayoría de situaciones cenitales y abisales de mi vida; y todo para acabar comprendiendo que he escuchado la música que se ajustaba a la clase de persona que estaba tratando de ser en cada momento , también la que estuvo debajo de las que inventé durante un tiempo, hasta que compr

Inteligencia artificial, experiencia racional y sentido común natural

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Las viñetas de Linnéa Johansson que acompañan este texto resumen muy bien los retos y las amenazas a los que nos enfrentamos con la Inteligencia Artificial (IA) ; y que comparto al 110% porque están planteados desde el más profano sentido común , algo que suelo echar de menos en las rimbombantes declaraciones de principios sobre novedades tecnológicas que nos cambiarán la vida (otra vez en la misma década). En primer lugar, se trata de convencernos de la utilidad real de un bot que se expresa imitando el habla humana, capaz de interactuar en una conversación con una persona. Sí, es el sueño de tantas novelas y películas infumables y/o visionarias, por fin, convertido en realidad (tanto da que se trate de una construcción que busca precisamente que tengamos esa sensación, porque detrás no hay ni inteligencia, ni conciencia ni nada que se le parezca). Esta vez la novedad es que no hay dispositivos interpuestos (teclados, cámaras, gafas, sensores), tan sólo intercambio de palabras entr

¿Indicios de arrepentimiento?

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«Cuando pensamos en la tecnología siempre pensamos en lo que nos permite hacer, nunca en lo que nos obliga a hacer. Y eso es lo importante. Un martillo nos obliga a muy poco, ni siquiera a clavar un clavo si tenemos que colgar un cuadro, pues podemos abandonarnos a la pereza. En cambio la Red obliga a usarla todo el rato, porque no es una herramienta, sino un órgano: estamos obligados a usar el riñón constantemente» (Santiago Alba Rico: Esclavos de la ultraconexión: por qué apagar el móvil se ha convertido en el nuevo lujo , 2018) La explotación de la actividad contra la que nos prevenía Enrique Dans en 2018 es hoy un secreto a voces: cada vez más gente es consciente del tiempo que pierde ante las pantallas sin obtener apenas nada a cambio ; por todas partes se levantan voces muy críticas sobre la nula ética y el obsceno beneficio de las grandes corporaciones que hay detrás de las herramientas que se supone iban a llevar nuestra sociabilidad al siguiente nivel. Como alternativa, se

El increíble debate menguante

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El problema no es que las redes sociales se sustenten sobre inmensos conglomerados empresariales privados y globales (de hecho, se volvieron aún más inmensos gracias a ellas). El problema no es que sean excesivamente opacas en lo que se refiere al uso que hacen nuestros datos y trazas personales --que cedemos gustosamente de forma voluntaria y gratuita--, mucho más opacas que cualquier otra corporación de su sector en el pasado, con el agravante de que esta vez se trata de un material bastante más sensible. El problema no es su capacidad de monetizar nuestro narcisismo , hasta el extremo de anteponer su modelo de negocio a todo lo demás debido a la espectacularidad de los beneficios que genera. Porque todo esto ya sucedía en el pasado --solo que a un nivel incipiente, de simple aficionado-- en determinados sectores de la era etnológica , Eduardo Mendoza dixit : mercadotecnia, medios de comunicación, ventas por correo. A todos esos conglomerados se les hicieron en su momento --más o

El algoritmo del amor: 2. ¿El amor?

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1. El algoritmo «En lo sucesivo, lo que nos resultará obsceno ya no será la sexualidad, sino el sentimentalismo» (Roland Barthes, 1977). «Mi amor propio no me bastará. Siempre necesitaré otra mirada que me demuestre que existo» (Judith Duportail, 2019). «La receta de Coca-Cola sigue siendo un secreto, pero sabemos que una autoridad sanitaria certifica que es apta para su consumo. ¿Por qué nadie comprueba si el algoritmo de Tinder respeta nuestra dignidad?» (Judith Duportail, 2019).  Este texto es la intersección de tres libros: Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo ( Eva Illouz , 2006), Con qué sueñan los algoritmos. Nuestras vidas en el tiempo de los Big Data ( Dominique Cardon , 2018) y El algoritmo del amor (Judith Duportail, 2019). Aquello que parezcan aciertos y verdades son méritos de sus respetiv@s autor@s. Las equivocaciones, confusiones, malinterpretaciones y desaciertos son cosa mía. Así pues, los algoritmos los crean humanos impe

El algoritmo del amor: 1. El algoritmo

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«Los reality show [...] son un claro ejemplo de cómo el pensamiento mágico se alza como la nueva religión de los millenials . Frente a un futuro confuso, un mar con un sinfín de posibilidades y poco tiempo para dedicar a nuestras relaciones sentimentales, sólo la psicología y la astrología ofrecen remedios que reconfortan más que cualquier medicina: "ofrecen una gratificación instantánea" [...] Todo lo que se envía al universo regresa a nosotros tarde o temprano y solo a través de acciones bondadosas como la oración, la imagen optimista y las prácticas espirituales como la meditación sexual, lograremos aumentar nuestras posibilidades para encontrar el amor [...] Es importante comprender que todo en el cosmos está conectado y que, con una correcta orientación de tus vibraciones, tarde o temprano serás bendecido con tu semejante» (Núria Gómez y Estela Ortiz: Love me, Tinder , 2019). Vivimos en una era en la que el imaginario social está sometido al dictado de la ciencia ficc

Homo Deus. Breve historia del mañana de Yuval Noah Harari en tres minutos (y 3)

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1. Minuto 1 2. Minuto 2 «Imaginemos a un joven gay de una devota familia mormona que, después de años viviendo dentro del armario, finalmente ha acumulado el dinero suficiente para costearse una operación. Se dirige a la clínica provisto de 100.000 dólares, decidido a salir de ella tan heterosexual como Joseph Smith. De pie frente a la puerta de la clínica, repite mentalmente lo que le dirá al médico: “Doctor, aquí tiene usted 100.000 dólares. Por favor, arrégleme para que nunca más desee a hombres”. Pulsa el timbre y abre la puerta George Clooney en persona. “Doctor --murmura el abrumado chico--, aquí tiene 100.000 dólares. Por favor, arrégleme para que nunca más desee ser heterosexual”» (pp. 333-334). «En el siglo XXI tres acontecimientos prácticos pueden hacer que esta creencia haya quedado obsoleta: 1. Los humanos perderán su utilidad económica y militar, de ahí que el sistema económico y político deje de atribuirles mucho valor 2. El sistema seguirá encontrando valor en los