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Mostrando entradas de julio, 2012

Para el verano...

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Imagina el lecho seco de un río. Cada día pasas por allí y dejas algo, o caen una ramas; el viento desplaza unas hojas... Otro día lanzas una piedra que rebota y hace que otras se desplacen levemente. De pronto llega el deshielo y el agua lo cambia todo: remueve lo liviano, se adapta a lo pesado, pero consigue su objetivo: derribar o sortear los más diversos obstáculos. En los lugares más alejados del curso principal se forman pequeños remansos. A pesar de todas las dificultades, el agua, poco a poco, se va abriendo paso. Entonces apareces de nuevo y empiezas a retirar lo que sobra, los estorbos secundarios, todo aquello que provoca meandros innecesarios: piedras, embudos de hojas, extraños objetos... No paras hasta conseguir un único cauce que fluya constante en el que no falte ni sobre nada. Así es exactamente mi forma de escribir: el lecho seco es mi bloc de notas, que utilizo como repositorio, una especie de prolongación de mis sentidos y de mi memoria sentimental. Constantemente