Ordenadores sensorialmente discapacitados
Puede que cuando los ordenadores hayan superado la mayoría de sus actuales barreras sensoriales nos parezca que crecimos con una informática increíblemente limitada y, de la misma forma que hoy nos sorprende que pudiéramos cursar la enseñanza obligatoria y hacer trabajos sin Internet, nos parecerá que el paradigma dominado por la informática léxica en la que estamos atrapados fue como un mal sueño del que por suerte salimos vivos.
De momento ya nos hemos habituado a la versión cotidiana del test Voigt-Kumpf para reconocer replicantes que aparecía en Blade runner (1982): se trata de esos caracteres en forma gráfica (un poco deformados, un poco ambiguos) que se colocan en los más diversos sitios para evitar que las aplicaciones de spam u otros códigos maliciosos, bombardeen o se aprovechen de servicios reservados a las personas (crear cuentas de correo, de usuario...). Sin ir más lejos, para poder dejar un comentario a este texto tendrás que demostrar a Blogger que eres una persona y no un software. La informática da un pequeñísimo paso y ya nos parece que supera a la ficción.
La verdad es que estos logros son un grano de arena en el desierto: los ordenadores, por el momento, son básicamente ciegos, y las búsquedas de imágenes que son capaces de hacer se basan en los nombres de archivo que las contienen, no en las imágenes mismas. Conseguir eso será una revolución (de momento constantemente intuida y permanentemente aplazada), ya que a día de hoy basta con renombrar la foto de una vaca para que los buscadores crean que contiene una foto del presidente de los Estados Unidos.
No obstante, poco a poco, los ordenadores abren los ojos, y lo primero que distinguen son cosas pequeñas y con mucho contraste, como por ejemplo las matrículas de los coches. Es el Reconocimiento automático de matrículas (ANPR). También se esfuerzan por aprender a reconocer rostros, huellas dactilares, el iris de los ojos (son los sistemas biométricos), o las firmas de las personas que sellan con ellas importantes contratos. También están aprendiendo a oír, y se esfuerzan por reconocer lo que les dicen las personas (son los sistemas de reconocimiento del habla, a los que por cierto mi hermano ha dedicado y dedica muchas horas de investigación).
Por si el reto no fuera suficientemente titánico, la web semántica, además, debe conseguir que esos mismos ordenadores aprendan a pensar, o por lo menos a adquirir un discernimiento de bajo nivel que les permita diferenciar significados, polisemias y contextos. Mientras todo eso llega, en esa agotadora labor de personas trabajando para que los ordenadores puedan ver, oír y hablar se hace más cierto que nunca aquello de que enseñar sólo lo pueden hacer los seres humanos.
De momento ya nos hemos habituado a la versión cotidiana del test Voigt-Kumpf para reconocer replicantes que aparecía en Blade runner (1982): se trata de esos caracteres en forma gráfica (un poco deformados, un poco ambiguos) que se colocan en los más diversos sitios para evitar que las aplicaciones de spam u otros códigos maliciosos, bombardeen o se aprovechen de servicios reservados a las personas (crear cuentas de correo, de usuario...). Sin ir más lejos, para poder dejar un comentario a este texto tendrás que demostrar a Blogger que eres una persona y no un software. La informática da un pequeñísimo paso y ya nos parece que supera a la ficción.
La verdad es que estos logros son un grano de arena en el desierto: los ordenadores, por el momento, son básicamente ciegos, y las búsquedas de imágenes que son capaces de hacer se basan en los nombres de archivo que las contienen, no en las imágenes mismas. Conseguir eso será una revolución (de momento constantemente intuida y permanentemente aplazada), ya que a día de hoy basta con renombrar la foto de una vaca para que los buscadores crean que contiene una foto del presidente de los Estados Unidos.
No obstante, poco a poco, los ordenadores abren los ojos, y lo primero que distinguen son cosas pequeñas y con mucho contraste, como por ejemplo las matrículas de los coches. Es el Reconocimiento automático de matrículas (ANPR). También se esfuerzan por aprender a reconocer rostros, huellas dactilares, el iris de los ojos (son los sistemas biométricos), o las firmas de las personas que sellan con ellas importantes contratos. También están aprendiendo a oír, y se esfuerzan por reconocer lo que les dicen las personas (son los sistemas de reconocimiento del habla, a los que por cierto mi hermano ha dedicado y dedica muchas horas de investigación).
Por si el reto no fuera suficientemente titánico, la web semántica, además, debe conseguir que esos mismos ordenadores aprendan a pensar, o por lo menos a adquirir un discernimiento de bajo nivel que les permita diferenciar significados, polisemias y contextos. Mientras todo eso llega, en esa agotadora labor de personas trabajando para que los ordenadores puedan ver, oír y hablar se hace más cierto que nunca aquello de que enseñar sólo lo pueden hacer los seres humanos.
Comentarios
En suma, todo lo que sea evolucionar me fascina, pero todo lo que nos haga ser menos sensibles a todo lo bello que nos rodea me rompe el alma.
Me gusta mucho tu blog, un fuerte abrazo.
No podemos estar constantemente cegados por las paradojas de la vida, de la tecnología y del amor. El mundo es así, hay mucha gente insensible, que usa mal la tecnología, que no sabe ni leer ni escribir, que no le apetece hacer lo que a nosotros nos gusta. Lamentarse, escandalizarse o fliparse es una batalla perdida.
Para esa minoría que nos gusta hablar o arreglar un mundo en conversaciones de blogs, de bares y cosas por el estilo, y por el cual (reconozcámoslo) no moveríamos un dedo en cuanto nos dijeran que hemos de pagar un precio, en estos casos la única solución es, como decía Freud, mirar la realidad sin tapujos y sin adornos.
El mundo, este mundo, no es para nosotros (a veces), o nosotros no somos de este mundo, qué mas da... No dejaré que nadie me estropee mi minuto de gloria. No voy a perder el tiempo lamentando que la gente haga mal uso de las cosas o no sea tan sensible como yo. Esa es (también) una batalla perdida.
En mi blog denuncio muchas cosas que a la gente como tú le parecen de cajón; eso no quiere decir que esté paralizado por mi perplejidad ni me escandalice. Me limito a describir la herida, lo cual no significa que no duela.
Hagamos lo que nos gusta, disfrutemos de lo que nos parece correcto, olvidémonos de los cafres, de los garrulos y de los (directamente) gilipollas, que ya tenemos bastantes problemas para sobrevivir sin ellos.
Gracias por tus aportaciones (que espero no se detengan aquí).
Nos leemos!!!!